Señores y señoras autoridades nacionales, departamentales y locales
Queridos amigos, queridas amigas, pueblo cruceño
La cruz es un símbolo muy
antiguo, que aparece desarrollado en el arte humano casi desde siempre y no es
de extrañar, pues representa mentalmente un proceso que tiene que ver con la
organización del espacio, con la partición del universo en un cuadrante, tanto en lo espacial como en lo temporal.
El mundo, ajeno a nuestra
capacidad de aprehenderlo, es una entidad amorfa, contínua, sin límites de
transición.
Para desenvolvernos en él,
necesitamos darle una forma, una dirección y unos límites que nos permitan movernos
en él.
La forma de la cruz nos
permite distribuir el espacio físico y temporal en cuatro, colocando organizadamente
los elementos en esos espacios compartimentados, de acuerdo a ciertas
coordenadas de posición. No es simple arbitrariedad que los puntos cardinales
se definan a partir de cuatro elementos distribuidos en forma cruzada, que van
de norte a sur y de este a oeste. Cualquier punto puede ser la unión de los
cuatro puntos, a partir del cual proyectemos nuestro mundo en términos de
expansión.
Con la muerte en crucifixión
de Nuestro Señor Jesucristo, nuestra cultura occidental le dio una difusión y
un simbolismo mayor a la cruz.
Pasa a tener un evidente
componente espiritual, que nos lleva más allá de lo físico al ámbito de lo
trascendente. Es el cuerpo de Cristo formando la cruz con sus extremidades,
siendo sacrificado para indicarnos el camino hacia esa vida más allá de la
muerte. Nuevamente es una proyección de nuestra mente organizada que va más allá
de lo material: se manifiesta en la
eternidad.
La cruz simbólica de los
cruceños es la representación del nombre del villorrio, fundado en 1561 por
expedicionarios españoles y lugareños que partieron de Asunción del Paraguay,
adentrándose a estas tierras desconocidas y bellísimas, con otros habitantes de
las llanuras y las serranías, nómades y libres, encantados de los paradisíacos
parajes del Sutó y Riquió.
Santa Cruz de la Sierra
venimos a llamarnos y así lo decimos y escribimos, sin abreviaturas. La Paz
dejó –sus razones tendrá- su bellísimo nombre original, Nuestra Señora de La
Paz, y la Reina del Plata, Buenos Aires, acortó su decidor Nuestra Señora del
Buen Ayre.
Así llevamos 452 años hoy con
nuestro nombre original, nuestro gentilicio cruceño y nuestra simbólica cruz
potenzada y sus cuatro puntas terminadas en potenzas, esas barras cruzadas,
elementos de poder especial para cerrar el trazo y enfatizar el carácter
ordenador de la cuatripartición.
La cruz potenzada nos habla
no sólo de un aquí o un ahora. Nos habla de un hacer mundo, construir vida,
proyectarnos al futuro. Es el eterno buscar cerrar los brazos de la cruz, para
hacer realidad los sueños, la vida por construir. Y no sólo en el ámbito de lo
material, de la satisfacción de las necesidades básicas primitivas sino en el
desarrollo de la espiritualidad, en el cultivo de las ideas, en la satisfacción
de esas necesidades básicas primigenias que nos hacen seres humanos: educarnos, crear, amar, ser felices.
Como Gobierno de la ciudad,
sellamos a orillas del río Piraí de nuestros ancestros, de nuestra infancia y
de nuestras serenatas, la sede de su autoridad y su servicio a los cruceños que
la habitan, con el símbolo de la cruz que nos representa y nos guía desde 1561.
Desde allí, continuaremos
acompañando el crecimiento generoso y hospitalario de la ciudad, siempre del
lado del bien, como único camino de combatir los embates del mal. Si durante los primeros 400 años, la soledad
fue nuestra compañera en el mundo, aquella en la que vivió Macondo, y las
décadas siguientes han venido siendo de abrazo con una mano, a quienes llegan
en busca de oportunidad, sentar familia, hacer Bolivia desde Santa Cruz de la
Sierra; con la otra mano, hemos sabido de la lucha por no dejarnos atropellar
por quienes confunden la belleza de nuestra cultura con despojarnos de la
identidad que construímos.
Más escuelas, más salud, más
infraestructura pública para un pueblo que crece porque da esperanza, porque
nos llena de orgullo y de alegría, porque cruceños somos todos y nos enamoramos
desde que nacemos o desde que llegamos de esta Santa Cruz de la Sierra, del
poeta, de sus problemas que nos afligen porque llegan aparejados del llamado
progreso y que también los sufrimos, pero “no nos acobardan los embates de la
vida, porque la victoria es siempre tuya patria mía”.
Con la flor del patujú, con
nuestro verde y blanco, con nuestro río Piraí, con nuestro himno alegre que lo
cantan hasta los pajaritos y con la señal de la cruz como emblema, ¡felicidades
en el día de tu fundación Santa Cruz de la Sierra!
¡Dios nos bendiga a todos!
Ing. Percy Fernández Añez
Alcalde Municipal de Santa
Cruz de la Sierra
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